PROYECTO DE COMUNICACIÓN: Campaña de prevención masiva destinada a concientizar sobre la problemática del suicidio

El Senado de la Nación solicita al P.E. que, a través del organismo que corresponda, envíe personal especializado en capacitación e implemente una campaña de prevención masiva por todos los medios, orales, escritos y televisivos, destinada a prevenir y concientizar sobre la problemática del suicidio en las regiones mas afectadas, según el mapa de suicidio nacional.

FUNDAMENTOS

La problemática del suicidio es un flagelo que debe llevarnos a la re-flexión profunda. Tal como le expresa la OMS, el suicidio debe dejar de ser considerado como un tabú, o una consecuencia aceptable de una crisis personal o social y debe ser visto como una afección sanita-ria, en la que influyen factores de riesgo psicosociales, culturales y ambientales que se pueden prevenir mediante respuestas nacionales, que afronten los principales factores de riesgo. Según el filósofo Alberto Camus, no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: “el suicidio”. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de ser vivida es responder a la pregunta fundamental de la filosofía.

Mas allá de los motivos que pueden ocasionar la toma de una decisión terminal, es importante analizar también cómo se comporta un presunto suicida, cuáles son los indicios a los que hay que prestar atención, cuáles son los desencadenantes, cuáles los factores protectores, qué tipo de trastorno, personalidad o patología son las más proclives a tomar la decisión de acabar con la propia vida.

El suicidio es un hecho multideterminado que conlleva en su estructura procesos bio- psico-socioculturales.

El suicidio, según los que estudian el tema, no es un acto impulsivo (aunque en muy pocos casos puede darse bajo determinadas condiciones), sino un acto pensado, discurrido, analizado y programado.

El suicidio es la consecuencia de una multiplicidad de factores, no responde solamente a algún síntoma específico.

El suicidio no es considerado una patología. En el DSM IV, no figura el suicidio como una patología, ni como un desorden emocional ni un trastorno de personalidad, lo que sí se puede considerar es que tanto un desorden emocional, un trastorno de personalidad o una patología pueden ser la causa de un suicidio.

Es, además, un proceso, un “continium” que atraviesa diferentes etapas.

Este proceso tiene una estructura y según en qué lugar del proceso se encuentre el afectado se determinará la gravedad de la situación.

El intento de suicidio es un aviso y se puede entonces, ahí sí, empezar a actuar con la máxima alerta para prevenir.

No soy una especialista en este tema pero sí quiero poner énfasis en que el Estado Nacional debe priorizar esta problemática en relación a las provincias. De ninguna manera, Sr. Presidente, debe estar ausente. Todo lo contrario: debe tener una actitud protectora y visible.

El suicidio es un problema de salud pública muy importante pero en gran medida prevenible, que provoca casi la mitad de todas las muertes violentas y se traduce en casi un millón de víctimas al año, además de unos costos económicos cifrados en miles de millones de dólares, según ha señalado la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las estimaciones realizadas indican que en 2020 las víctimas podrían ascender a 1,5 millones. A escala global, el suicidio representa el 1,4% de la carga mundial de morbilidad, pero las pérdidas van mucho más allá.

En el mundo, el suicidio provoca casi la mitad (49%) de todas las muertes causadas por lesiones intencionales y está cerca de un millón de muertes anuales, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Para el año 2001 los suicidios registrados en todo el mundo superaron la cifra conjunta de muertes por homicidio (500.000) y por guerras (230.000). Las estimaciones realizadas por la Organización Panamericana de Salud (OPS) y la OMS, indican que para el año 2020 la cifra podría crecer a 1,5 millones de suicidios (OMS), lo que representa un incremento del 50%.

Sin embargo, su peso entre las personas de 15 a 44 años de edad es mucho mayor, ya que se ubicó para el 2002 como la cuarta causa de muerte y la sexta causa de mala salud (OMS, 2002)

Cuatro años después, en 2006, la iniciativa de la OMS para la Prevención del Suicidio (SUPRE) indicó que el suicidio pasó al tercer lugar como causa principal de muerte en el mundo entre personas de 15 a 44 años, de ambos géneros (OPS, 2006).

Actualmente, en 2012, se mantiene en el mismo lugar.

Desde 1950 a 2000, las tasas de suicidios han aumentado en todo el mundo, pero este aumento es contundente en el caso de los varones.

La OMS calcula que por cada muerte autoinfligida se producen entre 10 y 20 intentos fallidos de suicidio, que se traducen en lesiones, hospitalizaciones y traumas emocionales y mentales (OMS, 2002; OPS 2006. OPS 2011).

La muerte ha sido siempre el gran enigma y el mayor temor del ser humano, porque es este precisamente el único ser viviente que tiene conciencia de su finitud.

El temor de dejar de existir ha dado lugar a un sinfín de explicaciones y creencias que van desde lo sobrenatural hasta lo pseudo científico.

Existe una vasta bibliografía sobre el problema existencial que la muerte provoca en el ser humano.

En la Argentina la mortalidad por suicidio presentó un importante in-cremento en las últimas décadas, algo que algunos especialistas aso-cian con la existencia de una crisis de valores. Si bien las defunciones por suicidio representaron desde 1980 el 1% del total de muertes entre los jóvenes (15 a 29) años, esta proporción mas que se triplicó, pasando al 4% en 1980 y al 14% en el 2004 y junto con el resto de las causas externas (homicidios y accidentes), el suicidio representó para este grupo etáreo uno de los principales motivos de defunción, alcanzando el 60% de las muertes.

Entre 1980 y 2004 se registraron, según las estadísticas vitales, 59.000 muertes por suicidios; el 76% correspondió a varones y el 24% a jóvenes entre 15 y 24 años.

La proporción de suicidios sobre el total de muertes entre los hombres fue tres veces mayor que entre las mujeres.

Nuestra provincia (La Rioja) y sus autoridades tienen un profundo interés en hacer de la política de prevención en materia de suicidios una Política de Estado. Un dato escalofriante surge desde Córdoba: el 69 por ciento de los jóvenes que intentaron suicidarse, no recibieron tratamiento y volvieron a intentarlo.

Entre octubre del 2009 y marzo del 2010 se registró en la provincia un promedio de 2,5 suicidios por mes. En ese lapso, una radio local re-portó quince casos de personas que tomaron la decisión de quitarse la vida. Con edades que van de los 17 a los 42 años. En la actualidad, pese a los esfuerzos, se hace muy difícil contener a los potenciales suicidas.

Pero en los últimos años surgieron datos alarmantes, comenzaron a registrarse intentos de suicidios de personas que ya lo habían pretendido. Consultados al respecto, profesionales del Hospital Vera Barros indicaron que el número de intentos de suicidios atendidos en el nosocomio triplica a los casos en que los adolescentes logran quitarse la vida.

Es muy difícil la obtención de cifras pero las últimas brindadas por el Ministerio de Salud, que corresponden al año 2006, señalan una tasa de suicidios de 8,5 por cada 100.000 habitantes. Se desconoce cuáles son los grupos más vulnerables, las regiones más afectadas, las causas más frecuentes y los factores de riesgo más prevalentes. «De los 90 en adelante, aparecen los suicidios infantiles, que recién ahora están tomando una mayor visibilidad. Un ejemplo son las llamadas tribus urbanas. En esos grupos hay chicos que se autolesionan y aunque no todos tienen la idea de matarse, es una buena oportunidad para hacer prevención en grupos de riesgo directo». La Universidad de Oxford comprobó que las autolesiones inciden en la conducta suicida.

Hace algunos años la comunidad salteña de Rosario de la Frontera estuvo conmovida luego de conocerse que en el lapso de un mes se quitaron la vida cuatro alumnas de la Escuela de Comercio Nuestra Señora de Rosario. Y las muertes continuaron con adolescentes de otros establecimientos llegando a ocho suicidios.

Todas las hipótesis apuntan hacia la posible existencia de un grupo de adolescentes que practican un juego difundido por Internet, el shocking game, nombre que varía según el país y las culturas, pero todos con un punto en común: se trata de diversas mecánicas para provocarse desmayos a través de la restricción de la llegada de oxígeno al cerebro.

La técnica más difundida en videos de Internet es colgarse con sogas, corbatas o cintos. Una práctica altamente mortal que en Latinoamérica comenzó a reportar víctimas a partir del año 2005. La primera víctima Argentina se registró en los primeros meses del 2010 en El Bolsón. Las autoridades de la escuela a la que concurría el adolescente de 15 años que perdió la vida, comprobaron que otros niños practicaban el juego durante el recreo. Incluso, los niños mostraron el árbol que utilizaban para colgarse.

El 11% por ciento de los adolescentes argentinos está en riesgo de quitarse la vida, es decir que pensó o intentó suicidarse. A esta conclusión llegó una investigación que se realizó en una población de alumnos secundarios privados y estatales, de distintas provincias, que realizó la investigadora del Conicet María Martina Casullo.

Señor Presidente: por todos los motivos que aquí expuse solicito que como herramienta de lucha, de concientización y prevención contra este flagelo que azota nuestra sociedad como es el suicidio, se apruebe el presente proyecto de mi autoría.

Hilda Aguirre de Soria

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