El Senado de la Nación declara “su hondo pesar por el fallecimiento del gran artista argentino Leonardo Favio, acaecido en ciudad de Buenos Aires el 5 de noviembre de 2012”.
FUNDAMENTOS
Leonardo Jury, más conocido como Leonardo Favio, nació el 28 de mayo de 1938, en el distrito de Las Catitas del Departamento Santa Rosa, en la provincia de Mendoza, aunque pasó gran parte de su niñez en Luján de Cuyo. Nació en un barrio pobre y complicado, donde soportó el abandono de su padre. Pasó gran parte de su infancia internado.
Estudió un tiempo como seminarista y más tarde intentó en la Marina, pero duró poco. Su madre, escritora de radioteatros, solía conseguirle «bolos» (pequeños papeles escasamente remunerados) en Mendoza; etapa en la que además comenzó a preparar sus primeros libretos.
Se marchó a Buenos Aires. Trabajó de extra en la película El Ángel de España (1958), del cineasta peruano Enrique Carreras, y posteriormente —bajo el padrinazgo de Leopoldo Torre Nilsson, Babsy— comenzó su carrera de actor participando en filmaciones como El Secuestrador (1958) y Fin de Fiesta (1960), entre otras. Su dote de director nació con el cortometraje El Amigo (1960), contando ya con una obra a cuestas, pero inconclusa —El señor Fernández (1958).
Favio logró —además de éxito en la crítica— varios premios, tanto nacionales como internacionales. Reconocido como director de culto, fue parte de la segunda gama de directores que renovó el cine argentino. Entre los cabecillas de este nuevo cine en los ‘60 estaba su buen amigo Torre Nilsson y Fernando Ayala.
En 1965 estrenó su opera prima Crónica de un niño solo, producida por Luis Destéfano, aunque quien le aprobó el guión fue Torre Nilsson, quien no se animó a producirla.
En 1967 realizó El romance del Aniceto y la Francisca…, con Federico Luppi, Elsa Daniel y María Vaner. A menudo es mencionada como la mejor película Argentina de todos los tiempos.
En 1969 Favio estrenó El dependiente, basado en un cuento de su hermano y coguionista Zuhair Jury —también director, autor e intérprete—. La película fue catalogada por el entonces Instituto Nacional de Cinematografía (hoy Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales – INCAA) de «exhibición no obligatoria», significando la supresión del apoyo oficial argentino hacia el filme.
Fue entonces cuando Favio, quizá motivado por las trabas económicas que el cine le estaba significando, decidió lanzarse sorpresivamente al canto profesional, cosechando un éxito que le permitió en numerosas oportunidades solventar gran parte de sus películas.
De pequeño Favio aprendió a tocar guitarra, intercambiando clases por trabajo. Antes del reconocimiento solo cantó en reuniones íntimas, entre amigos y familiares. Su debut como cantante le llevó a La Botica del Ángel, a manos de Eduardo Bergara Leumann. Ese mismo día un ejecutivo de la CBS le propuso grabar un disco, resultando el primer sencillo de Favio Quiero la Libertad, un gran fracaso. La productora entonces le aconsejó grabar Fuiste mía un verano y O quizás simplemente le regale una rosa; íconos de su primer álbum, también titulado Fuiste mía un verano (1968). El disco resultó emblemático, constituyendo el más clásico de sus repertorios
Tras su participación en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, en Chile, Leonardo consolidó su fama internacional.
El éxito sofocó un poco a Favio. De una vida más bien tranquila como director, pasó a un mundo mediático, lleno de fanáticos y conciertos continuados; tanto le atochó la fama que llegó a encerrarse durante meses en su departamento. Luego de grabar su segundo álbum – Leonardo Favio (1969)- y en pleno apogeo de su éxito como cantante, dejó los escenarios para dedicarse por completo a su película Juan Moreira (1973). Nazareno Cruz y el lobo (1975, sobre el radioteatro de Juan Carlos Chiappe) consolidó a Favio como director, siendo esta la película más vista en la historia del cine argentino.
En 1976, realizó Soñar, Soñar, con Gian Franco Pagliaro y Carlos Monzón y, tras el golpe militar, se fue al exilio.
En 1976 dejó Argentina, exiliado por la dictadura que sacudió al país hasta 1983. Comenzó entonces una gira por América Latina, donde vivió casi dos años junto a su familia. Luego se estableció en Colombia, en la ciudad de Pereira, desde donde realizaba giras por varios países del mundo, interpretando sus afamadas canciones. De regreso en Argentina, año 1987, reinició su carrera como realizador cinematográfico (filmó Gatica, el Mono, 1993) y continuó paralelamente la de cantautor, esta vez en giras más cortas debido al tiempo que le brindaba al cine.
Entre 1996 y 1999 realizó un documental – sin estreno comercial- titulado Perón, sinfonía del sentimiento. Favio relata en cinco horas y cuarenta y cinco minutos la situación de Argentina entre la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la muerte de Juan Domingo Perón (1974).
Su última obra es Aniceto. Favio interpreta el tema musical que cierra el film, el que a su vez es obra de su hijo, el músico y compositor, Nico Favio -premio Clarín al artista revelación 2005 por «Rodeado de Buenos Aires» y las actuaciones del incipiente «Material Pesado».
Una parte sustancial de la vida de Leonardo Favio ha estado vinculada a su actuación en el peronismo. Él mismo ha dicho:
Yo no soy un director peronista, pero soy un peronista que hago cine y eso en algún momento se nota. En ningún momento yo planifico bajar línea a través de mi arte, porque tengo miedo de que se me escape la poesía.
Leonardo Favio.
Se incorporó al peronismo desde muy joven, impulsado por su propia experiencia positiva de los dos primeros gobiernos del presidente Juan D. Perón (1946-1952; 1952-1955), durante su niñez. Favio ha definido su pensamiento a partir de una concepción popular de la religiosidad católica y del culto a la Virgen María, sosteniendo que para él «Dios está al centro de todo; a la izquierda suelo llevar a la gente y a la derecha la estética».
En 1972 fue invitado por Juan D. Perón a acompañarlo en el avión que lo llevó de retorno a la Argentina, luego de 18 años de exilio. Favio compartió el vuelo con otros invitados pertenecientes a las diferentes líneas internas del peronismo, entre los que se encontraban también Abel Cachazú, Antonio Cafiero, Héctor J. Cámpora, Hugo del Carril,
Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Galimberti, Nilda Garré, Raúl Lastiri, Raúl Matera, Carlos Menem, el padre Carlos Mugica, Rodolfo Ortega Peña, José López Rega, Marilina Ross, José Ignacio Rucci, José Sanfilippo, Jorge Taiana, etc.
El 20 de junio de 1973 fue designado por los organizadores para ser el conductor del acto que iba a realizarse en los bosques de Ezeiza, con motivo del retorno definitivo de Perón a la Argentina.
En 1967 había formado pareja con María Aleandro (María Vaner), notable actriz, con la que tuvo dos hijos.
En 1994, comenzó a hacer la película Perón, sinfonía del sentimiento, por encargo de Eduardo Duhalde, cuando era gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
En 2009, con motivo de la edición en DVD de su miniserie documental Perón, sinfonía del sentimiento, expresó al diario argentino Página/12:
Desde la primera presidencia de Perón, éste es el mejor gobierno que hemos tenido.
Están reconstruyendo un país, después del bombardeo que hemos sufrido (…). Creo a muerte en este gobierno.
Favio ha actuado en el peronismo sin circunscribirse a ninguno de sus sectores internos ni desempeñarse como funcionario, aunque manteniendo relaciones habituales con el Padre Mugica (asesinado en 1974 por La Triple A), un referente ineludible del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, y también con los sindicatos, con los que siempre mantuvo un vínculo estrecho. Sus simpatías más profundas, sin embargo, pueden deducirse de la dedicatoria de Perón, sinfonía del sentimiento, realizada en memoria de Héctor J. Cámpora, Hugo del Carril, Ricardo Carpani, Rodolfo Walsh, los trabajadores, los estudiantes y el Grupo de Cine Liberación (que integraran Fernando Solanas, Gerardo Vallejo y Octavio Getino).
Señor Presidente por todo lo expuesto, y porque Leonardo Favio fue y será un artista comprometido con su pueblo que es el pueblo argentino y con su tiempo dejándonos un legado cultural valiosísimo es que no dudo el acompañamiento que darán los Señores Senadores al presente Proyecto.
Hilda Aguirre de Soria