Extractos del discurso de la senadora Hilda Aguirre de Soria en la sesión histórica de anoche del Senado, donde se debatió la aceptación o el rechazo del arreglo con los Fondos Buitres:
“Patria o buitre” es mucho más que una simple consigna. “Patria o buitre” es la síntesis de una disyuntiva esencial, cuya resolución marcará el futuro de los argentinos por muchas generaciones.
Respecto a ella, el Gobierno Nacional ya tomó una decisión: pagar a los buitres, tal y como un juez norteamericano dispuso. Capital más intereses, sin chistar. Es decir, como lo había prometido Mauricio Macri durante la campaña electoral.
La triste realidad, sin entrar en consideraciones ideológicas, es que:
1°) Los bonistas que ya arreglaron en 2005 y 2010, vendrán más temprano que tarde a reclamar el mismo trato privilegiado que están recibiendo Singer y compañía. ¿Argumentos? Uno fundamental: al voltear la Ley Cerrojo y la Ley de Pago Soberano, Argentina está tirando abajo todo el andamiaje legal sobre el que se hizo la renegociación con ellos. Bastaría con que se consigan a su propio juez Griessa, que (previsiblemente) les dará la razón, para que empiece de nuevo la función. Sólo que esta vez nos estarían reclamando el pago de entre 45 mil y 200 mil millones de dólares.
2°) Estaremos iniciando un nuevo periodo de endeudamiento, que –según nos enseña la historia reciente- se perfecciona con nuevos y cada vez más leoninos préstamos internacionales, destinados a alimentar la timba financiera y la fuga de capitales hacia el extranjero. Fiesta de unos pocos que se termina pagando, dolorosamente, con el ajuste a los trabajadores y con la entrega del patrimonio nacional.
Es la repetición de una película que ya vimos: durante la crisis del 2001, los bancos prestamistas eran los encargados de fugar divisas hacia cuentas privadas en el extranjero. Y ¡oh casualidad! en esas maniobras estaban involucrados los mismos bancos y los mismos personajes que hoy llevan a empujones al país, de nuevo, hacia el borde del abismo.
Esa es una pequeña parte de la realidad pura y dura, sin maquillaje, ni globos de “alegría”…
En esta encrucijada, más que nunca, tengo clara mi convicción peronista y federal, que me impulsa a acompañar toda iniciativa que beneficie al pueblo, venga de donde venga, pero que, con la misma fuerza, me obliga a oponerme a cualquier intento de perjudicarlo.
Considero que, en esta instancia, ser funcional a los intereses de la usura internacional y a la aplicación de políticas antipopulares en nombre del difuso concepto de la “gobernabilidad”, sólo traerá penurias al pueblo y más riqueza a los sectores privilegiados.
Por eso, una vez más, con absoluta firmeza, declaro que mi voto no servirá para legitimar migajas presupuestarias ni acuerdos espurios, a espaldas del pueblo.
En La Rioja, en un pequeño pueblito llamado Chuquis, nació don Pedro Ignacio de Castro Barros, representante riojano ante la Asamblea del Año XIII y redactor del Acta de la Independencia, de la cual este 9 de julio se cumple el Bicentenario.
También en La Rioja, el 4 de agosto de 1976, mataron a monseñor Enrique Angelelli, por cuya memoria yo juré en 2007 cuando asumí como diputada nacional.
Por los 200 años de Independencia, por la memoria de monseñor Angelelli, y, fundamentalmente, por el pueblo de mi provincia y de mi Patria, ratifico que mi voto será negativo. Gracias, señor Presidente.