Durante la celebración de las Vísperas del Niño en la Plaza del Pesebre, la senadora nacional Hilda «Beba» Aguirre de Soria entregó ayer a la Asociación Pesebreana el ejemplar original de la Ley 27.339, de su autoría, mediante la cual se declara a la provincia de La Rioja como Capital Nacional del Pesebre.
A continuación, el texto completo de la ley aprobada por el Congreso de la Nación y sus fundamentos:
LA RIOJA CAPITAL NACIONAL DEL PESEBRE
ARTÍCULO 1°: Declárese a la provincia de La Rioja “Capital Nacional del Pesebre” en mérito a las antiguas y particulares características que cada año la devoción popular le asigna a la representación del nacimiento de Jesucristo, en esa jurisdicción.
ARTÍCULO 2°: En consonancia con el Artículo 1° de la presente ley, la Secretaría de Cultura de la Nación procurará su difusión por distintos medios.
ARTÍCULO 3°: La presente iniciativa es un reconocimiento institucional por parte del Estado Nacional a una práctica religioso-cultural ancestral, destacando, reconociendo y respetando con ella los valores espirituales del pueblo riojano.
ARTÍCULO 4°: La presente ley será reglamentada en el plazo de 60 días de su promulgación.
ARTÍCULO 5°: Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Hilda C. Aguirre de Soria. –
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Existe en la provincia que represento una tradición religiosa, heredada del conquistador español, que cada año se cumple tan puntual como devotamente: se trata de, llegada la Navidad, “vestir el pesebre”, es decir, representar en cada hogar riojano el glorioso momento de la llegada del Niño Dios al mundo.
Denominada por su fundador “ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja”, esta tierra quedó signada así, desde el instante mismo de su fundación, por una profunda fe religiosa. Ejemplo vivo de ello, que anualmente se repite, es la mencionada tradición pesebrística.
A partir de la llegada de los españoles a América, es en La Rioja donde el pesebre constituyó desde un principio un pequeño tesoro de religiosidad popular. Quizás esta primacía se debió a que los misioneros franciscanos fueron los primeros en arribar a nuestro suelo, sembrando temprano el cariño al pesebre, que fuera tan caro al fundador San Francisco de Asís.
Aún más, era necesario a la psicología colectiva y al espíritu sufrido del riojano ese culto a la “ternura de un Dios-niño”, que se hacía tal para que el indio y el criollo lo sintieran plenamente cercano a sus vidas. Ello explica, como ejemplo, el cariño popular a nuestro Niño Alcalde en la visión profética de San Francisco Solano y que el pesebre haya quedado como algo profundamente adherido al alma riojana.
“Muchas provincias del noroeste argentino conservan vigente la costumbre de vestir pesebres en sus hogares… pero es en el campo donde queda refugiado con cierta timidez el tradicional celebratorio. Son las poblaciones “folk” las depositarias de la antiquísima y cristiana rememoración. Por ello, la Navidad en La Rioja destaca por su brillo y entusiasmo no decaído hasta el presente, escribía en 1963 el conocido investigador y antropólogo Julián Cáceres Freyre, prácticamente un calco de lo que hoy cabría decir.
En medio de los dulces calores de diciembre, las almas inquietas, así como los campos sedientos de agua se prepararán con devoción para vestir el pesebre, elaborar la “aloja” con que recibirán con señorío de agradecimiento a los inocentes visitantes y “pacotas” que cantarán sus tradicionales villancicos al “Niñito Jesús”, muchos de ellos transmitidos por tradición oral. Así, dentro de ese ambiente mágico, el pueblo llano y agrupaciones vecinales e instituciones oficiales con numerosas actividades ya planificadas con esmero recibirán al Supremo Hacedor con todas sus esperanzas y ánimo festivo.
Pero en tiempos recientes se ha instalado en la “aldea global” una cultura polifacética y englobante a la vez, que ha ido borrando rostros y rasgos individualizantes, con la pátina determinante del intercambio comercial. Mal que nos pese a algunos, este ha sido el precio del progreso científico y técnico, tan maravilloso y positivo por un lado y tan creador de imperialismo sin valores a la vez.
Pero ahí está el pueblo riojano fuerte, todavía aferrado a sus valores más profundos de humanismo, amor y caridad con el otro, sosteniendo de pie, costumbres y ritos ancestrales tan importantes para el cultivo del alma en su dimensión más intensa y eterna. Decíamos que todavía de pie tratando de atravesar todos los tiempos atesorando su fe, y procurando que progreso y avances no sea una dicotomía con sus tradiciones más atávicas y más sentidas.
Muchos han sido los artistas y poetas locales o nacionales que le han escrito y cantado a nuestra Navidad riojana tratando de exaltar todas sus virtudes, en su candor más pleno, tales como Félix Luna, Ariel Ramírez, Los Fronterizos, María Arguello, Joaquín V. González y otros.
Los valores y motivaciones que animan esta festividad cristiana en el seno del pueblo riojano son:
– Ser testimonio fiel y permanente de la manera tan peculiar con que los riojanos, tanto en el llano como en la montaña evocamos el nacimiento del Hijo de Dios.
– Ser un nuevo camino de luz para el nuevo mileno iniciado hace más de una década.
– Ser escenario propicio y convocante para que tanto las instituciones vinculadas con el quehacer cultural y educativo como las comunidades de carácter religioso, puedan establecer con niños y jóvenes el enlace y motivación suficientes para la preservación de esta faceta tradicional y peculiar de La Rioja.
– Ser un ámbito adecuado para que, en su paso por la ciudad de La Rioja en cualquier época del año, el turista pueda apreciar el rostro de la capital provincial y nacional del pesebre, en sus distintas expresiones. De otra manera, salvo en diciembre, no tendrán otra opción que descubrirlo a través de una fotografía.
La provincia de La Rioja, que toda la vida fue nicolasiana, por el cariño a su patrono, San Nicolás de Bari, recobró con fuerza y orgullo su rostro navideño y se autoproclamó en el 2000 “Capital Nacional del Pesebre”. Fue un movimiento netamente popular que aglutinó a sus niños, jóvenes y familias, a sus comunidades vecinales y parroquiales y a sus instituciones culturales y educativas, que recibió la bendición apostólica del Papa Juan Pablo II y que tomó entonces la posta para revalorizar, enriquecer y promocionar todo lo que acostumbran a hacer los riojanos con su particular modo de ser y sentir, para celebrar el nacimiento del hijo de Dios.
Documentalmente la decisión popular encontró respaldo y reconocimiento a nivel institucional de parte del obispado de la diócesis de La Rioja (decreto 39/97), de los Poderes Ejecutivo (decreto 1163) y Legislativo ( Ley 6.375) de la provincia, de la Intendencia Municipal (decreto G 986) y del Concejo Deliberante (ordenanza 2819) del Departamento Capital, de la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación (declaraciones de interés nacional) y de innumerables instituciones intermedias de la comunidad riojana. Esto nos lleva a considerar que todos los presupuestos y antecedentes para ser declarada capital nacional están acreditados y se acompañan copias en anexo I de la presente iniciativa.
Sé que hubo presentaciones e intentos anteriores a nivel legislativo nacional que por razones de burocracia parlamentaria no han finalizado su camino, pero es la intención y el anhelo profundo de esta legisladora que en esta oportunidad lleguemos a obtener el reconocimiento por ley nacional de La Rioja como “Capital Nacional del Pesebre”. Detrás de ese objetivo comprometo mi energía y esfuerzo. Al mismo tiempo, solicito el acompañamiento y la aprobación de los señores senadores para esta iniciativa que refleja el sentir de todo el pueblo riojano.
Hilda C. Aguirre de Soria. –