
A veces algunos conceptos tienen nombres propios, insoslayables: hablar de solidaridad, para todxs, es sinónimo de decir, por ejemplo, Teresa de Calcuta. Tanto, que se celebra el Día de la Solidaridad en la fecha de su nacimiento, el 26 de agosto. Y aunque muchas veces se reduzca el significado de esta idea a un impulso caritativo, asistencial o “de ayuda”, se trata de algo más profundo y concreto -nos lo enseña la obra de la madre Teresa de Calcuta como la de tantxs otrxs-: es el modo de organización de lo colectivo que surge de reconocer necesidades comunes a todxs y de procurar satisfacerlas.
La solidaridad es un valor igualitario y transversal, que nos constituye como miembros de una sociedad: da por hecho que nadie puede alcanzar su bienestar personal, familiar ni grupal si no lo alcanzan todas las personas, familias y grupos.
Por eso, la solidaridad es el valor principal de las políticas populares y, en especial, de este proyecto “nacional y popular”. Una sociedad es solidaria al darse un Estado capaz de priorizar el bien común y de desarrollar políticas capaces de alcanzarlo, “para que reine en el pueblo el amor y la igualdad”.
Por eso “la Patria es el Otro”; porque el tejido que envuelve nuestras vidas está hecho del trabajo y de los sueños de todxs; porque cuando la injusticia pisa fuerte nos sostiene la mano del que está firme a nuestro lado; porque ser solidario es ver, respetar y cuidar la humanidad del que sufre, del que necesita, y trabajar para garantizar sus derechos.
Decir “Justicialismo” también equivale a decir solidaridad. Como decir “compañerxs”, defender derechos ganados; tener, como decía Angelelli, “un oído en el pueblo y otro en el evangelio”; no perder de vista a la persona, no convertirla en un simple número. Ser humanxs.
Hilda «Beba» Aguirre
Diputada Nacional
Presidenta de la Fundación Vamos a Andar