BEBA DE SORIA PRESENTÓ PROYECTO EN EL SENADO PARA RENDIR HOMENAJE AL “CHACHO” PEÑALOZA

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La senadora nacional Hilda “Beba” Aguirre de Soria presentó un proyecto de declaración en el Senado de la Nación con el fin de rendir homenaje al General Ángel Vicente Peñaloza, “El Chacho”, a 150 años de su asesinato, ocurrido el 12 de noviembre de 1863, en Olta, departamento General Belgrano. Al respecto sostuvo que “sería un gesto político de este Senado Federal, el reconocimiento y homenaje a tal figura del federalismo argentino”.

La legisladora nacional expresó entre sus fundamentos que la mayoría de las veces se habla del Chacho sin el menor conocimiento histórico de su trayectoria; basta su leyenda y el recuerdo de su tremenda muerte para otorgarle una vigencia póstuma que no siempre es bien utilizado.

Algunas de sus características personales hacían bastante previsible este entusiasmo final por su figura: su bondad, su valentía, el empecinamiento de su lucha, la astucia criolla de sus recursos estratégicos, el invariable signo popular de sus empresas, el trágico desenlace de Olta. Sin embargo esta vigencia suele tener el riesgo de algunas distracciones graves: el olvido, por ejemplo de la línea política que siguió el caudillo, definida por una probada fidelidad a su tierra y a su gente, y comprometido hasta sus últimas consecuencias incluso en los umbrales de su ancianidad.

El General Ángel Vicente Peñaloza, “El Chacho” nació en Guaja, en un rancherío de los Llanos Riojanos, próximo a la aldea de Quiroga. Era diez años menor que Facundo y procedía de una familia afincada a en la región. Uno de sus tíos era cura y parece haber pasado con él los años de su infancia. En su juventud recibió la influencia de otro tío, que era militar (quien tenía a Facundo Quiroga por subalterno). Y el joven Peñaloza se decidió por la milicia. Era un mozo de mediana estatura, de ojos muy azules y pelo muy rubio; y tenía cierta intimidad con “El tigre”.

El Chacho era una expresión mucho más auténtica de la idiosincrasia paisana en su sencillez, su bonhomía, su ingenuidad. Era un gaucho servicial y casi iletrado, firme en sus lealtades, apegado a los regocijos menores de la vida campesina.

El régimen autoritario impuesto por Rosas había decepcionado a los dirigentes del interior. El Chacho se sumó al pronunciamiento unitario y desde entonces, hasta 1845, libró una desigual y heroica lucha contra Rosas.

Peñaloza puso su persona y su prestigio al servicio de su nueva causa. En 1840 se había casado con Victoria Romero, una niña de acomodada familia que le dio una sola hija. Ese mismo año empezó una lucha contra el poder de Buenos Aires.

Finalmente la última de sus correrías llega con una avanzada de Irrazábal, el 11 de noviembre, comandada por un capitán Vera, quien se entera del paradero del caudillo. Vera le pide al Chacho que se dé por rendido, el viejo jefe entrega su puñal, en cuya hoja rezaba esta leyenda: «el que desgraciado nace / entre los remedios muere». Degüellan su cabeza y la clavan en una pica, en la plaza de Olta.

Dice Joaquín V. González: «en ningún período de la historia política, La Rioja presenció mayores horrores que en el quinquenio que siguió a su muerte».